Donde el tiempo se detiene, una noche en Castilla Termal Olmedo
Hay lugares que te marcan, no solo por lo que ofrecen, sino por lo que te hacen sentir. Así fue mi experiencia en Castilla Termal Olmedo, un rincón único donde el tiempo parece detenerse y la serenidad lo envuelve todo. Este antiguo convento mudéjar del siglo XII, ubicado en la literaria villa de Olmedo, Valladolid, combina historia, lujo y naturaleza en una simbiosis perfecta para una escapada en la que la relajación y la paz son los protagonistas.
Hay momentos en los que una pausa se convierte en un verdadero lujo. Así fue mi estancia en Castilla Termal Olmedo, un remanso de paz en la histórica villa de Olmedo. Decidí regalarme una noche para desconectar y cuidarme, y puedo decir que fue una experiencia que dejó huella.
Nada más llegar, me encontré ante un antiguo convento del siglo XII, cuyas piedras parecen susurrar historias de otro tiempo. El personal, atento y muy amable, me recibió con una sonrisa que anticipaba lo que sería un paréntesis perfecto en mi rutina.
La habitación, la enorme habitación, era un acogedor refugio con vistas a los jardines y a la fabulosa piscina que, por desgracia, no pude disfrutar debido al otoño. Cada detalle estaba pensado en el confort del huésped, un sofá doble y televisión en un salón de estar previo al dormitorio, una cama enorme y cómoda en un gran espacio con ventanas y un cuarto de baño aislado, convertían la habitación en un hogar. Había venido a descansar y desconectar y aquí lo iba a conseguir.

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Viaja con tus sentidos
El verdadero alma del hotel, sin embargo, reside en su propuesta termal. Sus aguas, declaradas aguas mineromedicinales, termales y de utilidad pública, son las protagonistas de este alojamiento tan especial.
Los pasillos de las habitaciones forman un cuadrado que dejan el interior libre para la piscina interior termal. Antes de disfrutarla, decidí sumergirme en La Experiencia Patio Mudéjar, una joya única de este hotel.
No tenía claro qué esperar, pero lo que encontré fue una fusión perfecta entre historia, bienestar y tradición. El recorrido, cuidadosamente guiado, comenzó con una ducha ritual de bienvenida que, más allá de su efecto peeling, fue como un despertar para mis sentidos. A partir de ahí, la alternancia entre saunas, baños de contraste y pediluvios me llevó a un estado de relajación tan profundo que me hizo olvidar el mundo exterior.

El corazón de esta experiencia es el Patio Mudéjar, un espacio que parece salido de un cuento. Inspirado en el arte mudéjar castellano, cada rincón tiene un aire histórico que te transporta a siglos pasados.
Las paredes están decoradas con reproducciones de frescos del Alcázar de Segovia, mientras que la sala de reposo conserva la chimenea original del convento, aún con su fuego natural. Entre el calor del hammam, la frescura de las pozas y los aromas envolventes, sentí que mi cuerpo y mente se renovaban completamente.
Aguas que sanan y gastronomía que revitaliza
La paz se expandía por mi cuerpo y por el alojamiento, ahora era el momento de disfrutar la piscina termal. Estas aguas mineromedicinales, conocidas por sus propiedades curativas, tienen algo casi mágico. Sumergirme en ellas fue como un abrazo cálido que relajó cada músculo de mi cuerpo. Los chorros de masaje, las camas de burbujas y las cortinas de agua crearon un circuito de bienestar que parecía hecho a mi medida.
Lo más sorprendente es que estas aguas no son solo relajantes, sino que cuentan con beneficios terapéuticos avalados por siglos de historia. Se dice que las monjas que habitaban el convento ya las utilizaban para sanar y, tras mi experiencia, no me queda duda de su eficacia.

Para completar la experiencia, me dejé llevar por los sabores del restaurante El Hontanar. La cena fue un auténtico homenaje a la cocina regional, con productos frescos de la zona y una presentación impecable. Desde el primer bocado hasta el último, cada plato era una celebración de los sabores castellanos.
No pude resistirme a acompañarlo con un verdejo, un vino fresco típico de la D.O. Rueda, que maridó a la perfección con el menú. Carnes de caza, hortalizas de la zona y postres caseros conforman una carta en la que elegir no es sencillo.
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Olmedo y su Encanto de los Siete Sietes
Castilla Termal Olmedo no solo es un refugio de tranquilidad, sino que está situado en un entorno histórico fascinante. Olmedo, conocida como la villa de los «Siete Sietes», invita a descubrir sus secretos a través de sus siete iglesias, siete plazas, siete fuentes, siete conventos, siete casas nobles, siete puertas y los siete pueblos que la rodean. Este juego numérico refleja la riqueza cultural y patrimonial de esta villa que ha sido escenario de momentos cruciales en la historia de Castilla.
Pasear por las calles de Olmedo es como viajar en el tiempo, con la imponente iglesia de San Miguel o las ruinas de San Andrés como testigos de otras épocas. Además, a pocos pasos del hotel, el Parque Temático del Mudéjar es un destino ideal para familias, donde se pueden admirar reproducciones a escala de joyas arquitectónicas mudéjares.

Solo pasé una noche en Castilla Termal Olmedo, pero fue suficiente para desconectar y recargar energías. Es un lugar que te envuelve con su historia y te mima con sus servicios. Desde el cuidado en los detalles hasta la calidad de las instalaciones, todo está diseñado para ofrecer una experiencia inolvidable.
Si buscas un rincón donde el tiempo parezca detenerse, donde puedas dejar atrás el estrés y reconectar contigo mismo, este hotel es el destino ideal. Ya sea solo, en pareja o en familia, Castilla Termal Olmedo tiene la capacidad de transformar una simple escapada en un recuerdo que perdura en el tiempo.
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