La Ruta del Jabugo 2ª parte – De Minas de Riotinto a El Rocío
Continuamos la Ruta del Jabugo y dejamos atrás los pueblos de la sierra, el pueblo de Jabugo, Aroche, Cortegana… y nos acercamos a zonas donde la brisa del mar va acariciando nuestras mejillas según hacemos kilómetros. La Ruta del Jabugo es una excusa perfecta para descubrir Huelva. Las opciones son muchas y nosotros decidimos ir hacia el sur para conocer otra parte de la provincia que, a pesar de no formar parte de esta ruta original, es la compañera idónea para rematar una semana realmente deliciosa.
Todas las fotografías de este reportaje han sido realizadas con la Nikon Z 8 y los objetivos Nikkor 24-70mm 2.8 S y Nikkor 70-200mm 2.8 VR S
Después de unos sabrosos días en la sierra de Huelva que limita con Badajoz, donde se producen los mejores jamones del mundo, es momento de continuar el viaje para aprovechar la inercia y la energía que el jabugo proporciona a nuestras piernas y así descubrir algo más de esta impresionante tierra que es Huelva.
Ahora, el camino deja atrás las dehesas de bellotas, los picos de montaña baja y las carreteras sinuosas para adentrase en los intensos colores de la tierra horadada en Riotinto, restaurantes de lujo «en medio de la nada», conjuntos arquitectónicos con mucha historia en sus paredes y casas donde habitaron personajes realmente famosos. Un viaje por el sur de Huelva que nuevamente será acompañado con una comida excelente, de vinos hechos con cariño y cerveza artesana que se mantiene fiel a sus principios para terminar en una aldea que ahora es pueblo y donde la luz brilla casi tanto como el interior de su Ermita.
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Día 1 – Los colores y la historia de Minas de Riotinto
Desde la «Sierra de Jabugo» llegar a las minas de Riotinto es muy fácil y no lleva mucho tiempo, por lo que, si vuestra intención no es ir hacia el sur después de recorrer la Ruta del Jabugo, conocer esta interesante zona es una opción muy asequible.
Antes de llegar a la principal atracción turística de esta zona te recomiendo hacer un alto en el camino en el Mirador de Minas de Riotinto o Cerro Colorado. Este mirador se encuentra situado a pie de carretera y desde aquí podrás observar cómo es una mina a cielo abierto, cómo lo que parece normal en realidad es extraordinario y cómo las distancias y los tamaños son relativos.
El mirador va a ser cerrado, por lo que te recomiendo que lo visites cuanto antes pues la carretera en la que se encuentra tiene planes de desvío y ya no se podrá obtener esta impresionante imagen visual.
Camiones de 2 pisos recorren lo que parecen estrechas carreteras transportando el mineral que tanto trabajo ha dado en la zona. Parece algo normal o poco destacable, pues mirar cómo unos camiones van de un lado a otro es propio de unos momentos de nuestra vida en los que quizá no tengamos otra cosa mejor que hacer, pero te aseguro que la experiencia es abrumadora cuando te das cuenta de lo que realmente tienes delante de tus ojos.
Siguiendo la carretera llegaremos al Museo Minero – Casa 21 y después a una de los mayores atractivos turísticos de la zona, el Tren de las Minas de Riotinto. El museo es interesante y tiene mucha información, maquetas, elementos interactivos e incluso hay una zona que recrea los estrechos y oscuros pasillos de una mina.
Aquí podremos descubrir la historia minera de la zona, desde sus orígenes hasta la actualidad. Cómo vivían sus trabajadores, cómo evolucionó la tecnología minera y el porqué de la importancia de esta zona.
Tras la visita al museo, el viaje continúa hacia el Ferrocarril Turístico de Riotinto. Además de esta actividad, que sin duda no puedes dejar de hacer, en la zona hay diferentes opciones de senderismo y excursiones como la Mina Peña de Hierro o la Mina Corta Atalaya, que pueden convertir tu visita a la zona en un día entero de actividades. De hecho, hay diferentes tipos de entradas que incluyen estas visitas además del paseo en tren por el interior de la mina.
Si te decides únicamente por el ferrocarril quedarás altamente satisfecho con la experiencia, pues es un viaje tranquilo, en un tren con vagones de madera reconstruidos a partir de los planos del siglo XIX y con locomotoras que son verdaderas joyas del patrimonio ferroviario mundial.
Durante el recorrido, los altavoces del tren y el amable «guía» proporcionan información sobre la historia y la geología de la región, así como sobre la importancia del ferrocarril en el transporte de minerales. El tren recorre parte del trazado original de la vía que, desde 1875, conectaba las minas con el Puerto de Huelva en un paisaje que en muchas ocasiones se ha denominado como «el planeta marciano».
El recorrido dura unas 2 horas y es de ida y vuelta, es decir, tiene una parada final en la que se puede bajar y acercarse al Río Tinto para admirar desde cerca los colores de su agua, mientras la locomotora da la vuelta para iniciar el viaje de regreso.
Un restaurante de lujo a precio de pueblo
A mitad de camino entre la sierra de Aracena y Huelva merece hacer un alto en el camino para comer en un restaurante que eleva lo que habíamos comido hasta ahora en la Ruta del Jabugo a otro nivel, y era muy difícil. Se trata del restaurante «Casa Dirección» en Valverde del Camino. Un restaurante con ambiente acogedor y familiar, perfecto para disfrutar de una comida relajada con amigos o familiares, donde además de la ubicación, las instalaciones y el servicio, la cocina se lleva la máxima atención de la mano de su chef José Duque.
Este joven chef decidió volver a su pueblo después de formarse de la mano de cocineros referentes en la cocina internacional como los hermanos Roca (Celler de Can Roca), Martín Berasategui o Sergi Arola, entre muchos otros. Quizá sea más fácil cuando la materia prima es excelente como ocurre en la provincia de Huelva, pero sin lugar a duda, la mano que mece los fogones en este restaurante es extraordinaria como así demuestran sus platos y su carta, en la que platos de técnicas vanguardistas se unen a ingredientes de máxima calidad en un menú a un precio que no podrás encontrar en otro lugar.
Te recomiendo que hagas un alto en el camino, o te desvíes si así te obliga el recorrido, para disfrutar de un rato en un restaurante que ha puesto a Valverde del Camino -además de su museo etnográfico (junto al restaurante), sus fábricas y talleres de calzado y carpintería, la antigua estación del ferrocarril de arquitectura inglesa, las diferentes iglesias, ermitas y capillas además del monumento megalítico Los Gabrieles- en el mapa.
Con las pilas cargadas y un sabor de boca extraordinario, esta segunda parte de la Ruta del Jabugo nos lleva a Niebla, un pueblo con un nombre evocador cuna de civilizaciones como fenicios, romanos, visigodos y musulmanes. Aparcar el coche fuera de sus murallas y andar por sus calles es un viaje atrás en el tiempo en el que descubriremos las huellas dejadas por estos pueblos en edificios que mezclan las distintas culturas en un mismo lugar, como bien muestra el exterior de la Iglesia de San Martín o el interior de la Iglesia de Santa María de la Granada.
Las imponentes murallas de Niebla, con su característico color rojizo -se conoció en sus días como «la roja»- y sus restos de distintas épocas, alojan además de estas iglesias el Castillo de los Guzmanes o Castillo de Niebla, situado sobre la antigua alcazaba árabe.
Este espacio, que se ha reconstruido en diferentes partes y que tiene una importante función educativa, tiene planta cuadrangular dividida en dos grandes patios rodeados de torreones cuadrados a la que se puede acceder y pasear para observar sus restos romanos, visigodos y andalusíes.
Niebla fue declarada conjunto monumental histórico artístico en 1982 y hoy «luce mejor que nunca» con las numerosas actividades que se realizan en su interior. Sus murallas de 2 kilómetros de perímetro, 40 torreones y 5 puertas principales, invitan a pasar una agradable tarde antes de continuar el camino hacia Huelva, siguiente parada en esta segunda parte de la Ruta del Jabugo.
Día 2 – Huelva, La Rábida y Moguer
En Huelva hay varias cosas por ver y hacer, pero en esta ocasión nos centraremos tan solo en un par de lugares que tenía ganas de descubrir. Estos son el Barrio Reina Victoria y el Muelle de los Minerales para tener más tiempo disponible y visitar los alrededores de la ciudad.
El Barrio Reina Victoria es un lugar histórico y pintoresco que formaba parte del complejo industrial de la Compañía Minera de Río Tinto. Se trata de un conjunto de viviendas de estilo inglés con un diseño arquitectónico particular de tejados a dos aguas, fachadas de ladrillo visto y algunos detalles ornamentales.
El propósito de este barrio era proporcionar vivienda a los trabajadores mineros y sus familias, así como servir como parte de la infraestructura de la empresa para mantener a su personal cerca de las minas y facilitar su operación. Su construcción data de finales del siglo XIX y principios del XX y aunque algunas han perdido el encanto que tuvieron en su día, es una zona interesante de visitar y que no lleva mucho tiempo.
Otro de los lugares emblemáticos de la ciudad es el Muelle de los Minerales de Río Tinto, también llamado muelle de mineral de la compañía Riotinto, o simplemente Muelle de Riotinto. Este muelle fue construido para facilitar la carga y descarga de los minerales extraídos de las minas de Río Tinto, principalmente hierro y cobre.
Es un muelle industrial que ha sido parte fundamental de la actividad minera en la zona durante décadas ya que, a través de este muelle, los minerales eran transportados para su procesamiento y posterior exportación en barco.
Operativo desde su construcción en 1874 hasta su cierre en 1975, se trataba de un «muelle de carga por gravedad» en el que la descarga se hacía sin ningún sistema mecánico ya que los vagones se impulsaban por la gravedad. Actualmente, el muelle se ha convertido en un icono de la ciudad -Bien de Interés Cultural- en el que jóvenes, parejas y familias van a disfrutar de una bonita puesta de sol sobre el Río Odiel.
Siguiendo la ruta, llegamos ahora al Monasterio de Santa María de La Rábida situado a orillas del río tinto y vigilado por el Monumento de Colón. La historia del Monasterio se remonta al siglo XV. Fue fundado como un monasterio franciscano en el siglo XIV, aunque su fama se debe principalmente a su papel en los preparativos para el primer viaje de Cristóbal Colón hacia el «Nuevo Mundo».
De hecho, Colón se alojó en el monasterio mientras buscaba el apoyo financiero para su expedición y fue donde el aventurero presentó su proyecto a los monjes franciscanos y a los hermanos Pinzón, quienes luego desempeñaron un papel fundamental en su expedición.
El Monasterio de La Rábida es un hermoso ejemplo de arquitectura religiosa de estilo gótico-mudéjar de la región y, aunque ha sufrido varias renovaciones y modificaciones a lo largo de los siglos, todavía conserva su esencia original.
La entrada al monasterio (declarado Monumento Nacional en 1856) cuesta 3.50 € y da acceso a sus 2.000 m2 en los que se encuentra la sepultura de Martín Alonso Pinzón, que falleció a los pocos días del regreso del primer viaje a las Indias.
Sus patios, sus preciosas pinturas en las paredes que cuentan la historia de Cristóbal Colón, así como las diferentes salas con restos y elementos relacionados con el viaje y la importancia de España en el mundo, son una visita muy interesante en la que «descubrir el descubrimiento».
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Un Premio Nobel en Huelva
A unos kilómetros del Monasterio de La Rábida se encuentra la localidad de Moguer con varios atractivos que visitar, siendo uno de los mayores la Casa Museo Zenobia y Juan Ramón Jiménez. El Premio Nobel de Literatura de 1956 vivió en esta casa situada en el centro de la localidad su infancia y su adolescencia para trasladarse posteriormente a Madrid y más adelante al exilio por la Guerra Civil.
La Casa Museo fue adquirida y restaurada por el Ayuntamiento de Moguer y se convirtió en un museo dedicado a la vida y obra del poeta. En su interior, la restauración de la vivienda transmite el estilo de vida y el ambiente de la época en la que Jiménez vivió allí.
Además, podemos encontrar una colección de objetos personales, muebles de época, fotografías y documentos relacionados con la vida y la carrera literaria de Juan Ramón Jiménez, y cómo no, de su relación con el amor de su vida, Zenobia Camprubí.
Otro de los lugares que te recomiendo visitar en Moguer es la Casa Natal de Juan Ramón Jiménez, lugar de nacimiento del autor de «Platero y yo» el 23 de diciembre de 1881. Se trata de un edificio construido en el último tercio del siglo XIX, en la calle de la Ribera, a la que el poeta llamaba «mi casa atul marino». El precio de entrada tanto a la Casa Museo como a la Casa Natal es de 3.50 €, así que sólo necesitas sacar un rato y acercarte a este pedacito de historia literaria de nuestro país.
Si tu visita a Moguer puede alargarse un poquito más, no debes perderte el Monasterio de Santa Clara, de estilo mudéjar y que guarda un interesante museo de arte sacro y cuyas paredes ofrecen una ventana a la vida monástica y la historia religiosa de la región. Por otro lado, la Iglesia de Nuestra Señora de la Granada es uno de los monumentos más emblemáticos de Moguer gracias a su estilo gótico-mudéjar, su arquitectura y las obras de arte religioso de su interior.
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A la frontera con Portugal por la lengua de arena
Con la hora de comer llamando desde el interior, es momento de poner rumbo al oeste. Te recomiendo que vayas por la carretera A-5052 que recorre paralelo la Flecha de El Rompido, una lengua de arena y dunas de más de 12 kilómetros de longitud y que forma parte del Paraje Natural Marismas del Río Piedras y Flecha del Rompido. Si quieres disfrutar más de esta ruta panorámica El Portil-El Rompido, tienes varias rutas de senderismo y, por qué no, incluso darte un baño en sus aguas. Hay varias opciones como la tranquila playa del Caño de la Culata y, por supuesto, la playa de nueva Umbría, un auténtico espectáculo de playa salvaje.
En cuanto a las opciones gastronómicas en esta zona, las posibilidades son innumerables, además, las vistas desde la mayoría de los restaurantes son fabulosas ya que se encuentran situados frente a la lengua de arena, donde cientos de aves te acompañarán a lo lejos mientras saboreas un plato de pescado fresco, chocos, unas gambas de Huelva o, cómo no, un buen plato de Jabugo.
El viaje continua y nos lleva a La Redondela, donde visitamos la fábrica de cerveza artesanal Ruben’s Beer. Esta fábrica, bar y restaurante es el lugar perfecto para los amantes de la cerveza artesana, hecha con cariño y prestando atención a todos los procesos necesarios para conseguir una bebida diferente, pura y única.
La fermentación de la Ruben´s se realiza en tanques isobáricos mientras que la carbonatación es totalmente natural. Al mismo tiempo, Rubén selecciona las mejores maltas, lúpulos y levaduras para conseguir la mejor cerveza que respete la ley de pureza alemana. Si eres amante de esta bebida, te recomiendo que te pases por allí y te lleves alguna de sus lager (tiene varios premios).
Se acerca el final del día y es el momento perfecto para acercarse a las Salinas del Alemán para disfrutar del atardecer. Aquí, un negocio familiar de Maestros Salineros especializados en la recolección tradicional y artesanal de sal marina virgen, flor de sal y escamas de sal, se mantiene activo tras varias generaciones explicando cómo llega la sal a tu mesa (la buena) en un entorno protegido lleno de aves acuáticas donde destacan los flamencos.
La visita es bastante interesante pues en ella se muestra el proceso, la historia, anécdotas y la actualidad de un negocio del que apenas quedan compañeros en España. Al mismo tiempo, descubrirás los beneficios que se obtienen de la sal en diferentes productos y podrás disfrutar de un baño de thalassoterapia en sus instalaciones, ya sea en el lago de magnesio como a través de fango salino.
Para cenar visitamos MerkaJamón, un local donde todos sus productos son delicatessen y en el que podrás comprar las mejores conservas del mercado para comerlas allí o para llevártelas a tu casa. Los vinos, quesos, jamones y resto de productos que tienen en esta tienda-bar gourmet son igual de excelentes que sus trabajadores, que te aconsejarán perfectamente sobre lo que puedes probar si es la primera vez que visitas el local.
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Día 3 – Ruta del vino y El Rocío para terminar la 2ª parte de la Ruta del Jabugo
El último día de esta 2ª parte de la Ruta del Jabugo amanece en el Parador de Ayamonte, un lugar muy tranquilo a las afueras de la localidad y que puede ser un campo base perfecto para conocer la zona. Ayamonte, Isla Canela, las Marismas de Isla Cristina e incluso entrar en Portugal para visitar rápidamente el bonito pueblo de Tavira.
En esta ocasión, la siguiente parada será Bollullos Par del Condado pueblo vinícola por excelencia y cuna del vino en la provincia de Huelva. A pesar de que esta zona da para estar al menos un par de días gracias a las bodegas locales y sus actividades relacionadas con el vino como catas, visitas, cursos y rutas, debido al poco tiempo disponible me centré en una de las bodegas con más personalidad e historia de la zona: Bodegas Sauci.
Esta bodega fue fundada en Bollullos del Condado en 1925 comercializando vinos a granel en sus comienzos para después, en 1965, iniciar el embotellado de sus propios vinos (el fino Espinapura). Una característica distintiva de esta bodega es su exitosa fusión de elementos tradicionales con una estética moderna y vanguardista, lo que le ha permitido un amplio reconocimiento a través de diferentes premios y distinciones.
Actualmente, sus instalaciones se articulan alrededor de un patio central que comunica con diferentes áreas: una bodega de almacenaje y crianza donde destacan las botas y bocoyes bajo un techo de madera inclinado, la zona de embotellado, y un espacio destinado a los visitantes para disfrutar de catas y experiencias de maridaje.
Hoy, es la única bodega acogida a la Denominación de Origen Condado de Huelva que saca toda su producción embotellada, siendo reconocida por su crianza biológica, vinos generosos y naranja. Este último, te lo recomiendo personalmente.
Desde Bollullos, el destino natural es la aldea de El Rocío, lugar que, gracias al fervor a la Virgen del Rocío, se ha convertido en un gran atractivo turístico donde se descubre la belleza del lugar no sólo a través de su espectacular iglesia de blanco brillante, sino también por encontrarse en un espacio natural en el que la vida pasa más despacio, todo parece sencillo y los problemas se evaden entre el aleteo de los flamencos que habitan la zona. Si eres amante de las aves, tienes aquí un lugar excelente para observarlas desde cerca.
Las calles de El Rocío se asemejan a las del Far West. El suelo de brillante arena dorada está repleto de huellas del pisar de los caballos; las casas, aquí de un impoluto color blanco y unas pegadas a otras, tienen sus puertas abiertas y cuentan con postes de amarre donde «aparcar» el caballo de sus propietarios o visitantes; mientras que los vaqueros, en El Rocío se transforman en turistas o devotos de la «Blanca Paloma» si tu visita coincide en época de romería. Algo que quizá habría que vivir una vez en la vida seas o no religioso.
Antes de entrar a la ermita, te recomiendo visitar la Capilla Votiva Nuestra Señora del Rocío que no está dentro de la ermita pero que forma parte del conjunto arquitectónico. Aquí, los fieles acuden para depositar velas a la Virgen, una pequeña figura que se encuentra frente a una increíble alfombra de velas elevadas que da un ambiente especial a la sala.
Otro de los lugares a visitar en el rocío es el Museo Tesoro de la Hermandad Matriz de Ntra. Sra. del Rocío que cuenta con cinco grandes vitrinas en cada una de sus salas en las que se exponen enseres de la Hermandad y ternos completos de la sagrada imagen de la Virgen.
Por último, tras haber paseado por sus calles y haber visitado los lugares señalados anteriormente, es el turno de la joya de la corona: la Ermita del Rocío (santuario de Nuestra Señora del Rocío). El templo tiene orientación litúrgica, es decir, está orientado en dirección oeste-este y se encuentra lindando con las Marismas del Guadalquivir, a donde van a dar las aguas del arroyo de La Rocina, de donde la Virgen toma su nombre.
La Ermita actual es de 1969 y fue clasificada como Bien de Interés Cultural en 2006, además, en 2012 se vinculó a la Basílica de Santa María la Mayor de Roma. El interior de la ermita es muy amplio, consta de tres naves presididas por una bóveda de cañón con cuatro óculos cerrados por vidrieras a cada lado.
El ambiente que se respira aquí es similar al de otros templos religiosos, pero el blanco de sus paredes y el dorado de su impresionante retablo de estilo neobarroco hacen de este lugar, algo muy especial. Y es este retablo una joya del arte religioso que atrae a miles de peregrinos y visitantes cada año. Su belleza y complejidad reflejan no solo la habilidad de los artesanos que lo crearon, sino también la profunda veneración que los fieles tienen hacia la Virgen.
Esta veneración alcanza su punto álgido cada año durante el fin de semana de Pentecostés, la Ermita de la Virgen del Rocío se convierte en el epicentro de una celebración que mezcla fervor religioso, cultura popular y la inconfundible alegría andaluza que se dan cita para admirar la imagen de la «Blanca Paloma».
Para finalizar la segunda parte de nuestra Ruta por los Pueblos ejemplares no había mejor manera que a través de un festín en un lugar especial y este es, sin duda alguna, el restaurante Aires de Doñana, con unas espectaculares vistas del entorno natural de Doñana, con las marismas, los caballos y los flamencos como modelos que quieren quitar protagonismo a la Ermita del Rocío.
Aquí podemos disfrutar de una deliciosa gastronomía local, que destaca por sus platos de mariscos frescos y pescados, así como por la cocina tradicional andaluza. La influencia del entorno natural de Doñana se refleja en los ingredientes frescos y la variedad de sabores que se ofrecen. Un entorno único para terminar un viaje único.
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