Así es el Museo Ballenberg, un paseo al aire libre por la Suiza de Heidi

Ubicado cerca del encantador pueblo de Brienz, en el cantón de Berna, el Museo Ballenberg no es solo un museo, es una ventana abierta a la historia y a las tradiciones que han moldeado a Suiza durante siglos. Este es un lugar en el que tu mente y tu cuerpo se trasladarán a otra época en la que el gps, los vídeos en streaming o las redes sociales no eran ni un sueño y donde la gente se entretenía a través del trabajo con el fin de subsistir.

A diferencia de los museos tradicionales, en los que los objetos se exhiben tras vitrinas de cristal, el Museo Ballenberg es una experiencia, como llaman ahora, inmersiva. Desde que cruzas las puertas de una de sus dos entradas (el museo ocupa 66 hectáreas frente al lago de Brienz o Brienzersee), te encuentras en un mundo donde las casas antiguas, las granjas y los talleres cobran vida, ofreciendo una visión realista de la vida rural suiza a lo largo de los años.

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Más de 100 edificios trasladados piedra a piedra

El Museo Ballenger cuenta con más de 100 edificios históricos, cuidadosamente desmontados en sus ubicaciones originales y reconstruidos aquí, piedra por piedra y viga por viga. La construcción del museo comenzó en 1978 con 16 edificios típicos de Suiza y a día de hoy, además de esos más de 100 construcciones, el Museo Ballenberg tiene más de 200 animales domésticos con los que se puede interactuar y obtener alimento.

Cada edificio en Ballenberg es una obra maestra de la arquitectura tradicional suiza. Desde las robustas granjas de madera del Emmental hasta las elegantes casas de los Alpes Valaisanos, sus estructuras reflejan las técnicas de construcción y los materiales autóctonos de su región de origen.

Los visitantes pueden explorar el interior de estas edificaciones, donde se ha preservado cada detalle, desde los utensilios de cocina hasta los muebles tallados a mano así como los juguetes con los que se entretenían los niños. Al pasear por estas casas, es fácil imaginarse viviendo en otra época, rodeado de las mismas montañas y valles que enmarcan el paisaje hoy en día.

Pero Ballenberg no se conforma con ser un simple museo de arquitectura. Aquí, las tradiciones y las habilidades artesanales que han pasado de generación en generación se muestran en todo su esplendor.

En varios puntos del museo, los artesanos realizan demostraciones en vivo de oficios tradicionales, como la fabricación de quesos y mantequilla, panadería, carpintería o  la tejeduría. Observar y participar en la fabricación de mantequilla casera (para después comértela con pan) o amasar masa madre que tendremos que meter en un antiguo horno de leña es una experiencia que fascina y educa tanto a niños como mayores.

El Museo Ballenberg es también una oportunidad única para entender y apreciar el cuidado y la habilidad que requiere realizar esos oficios que nos han permitido crecer y que hoy empiezan a ser olvidados.

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Un entorno natural espectacular

El escenario natural del Museo Ballenberg es tan impresionante como su contenido. Situado en un pintoresco entorno alpino, el museo ofrece vistas panorámicas de montañas cubiertas de nieve, largas cascadas de agua que caen de verticales paredes rocosas y frondosos bosques con verdes prados. Los senderos que conectan las distintas áreas del museo invitan a disfrutar de un tranquilo paseo por la naturaleza. Es un museo y una ruta de senderismo al mismo tiempo, donde cada giro en el camino revela un nuevo paisaje o una nueva construcción que merecen ser fotografiados.

El Museo Ballenberg no es un lugar estático. Al igual que su marco, Ballenberg cambia según el clima. El museo organiza eventos y actividades temáticas a lo largo del año que ofrecen nuevas formas de vivir la historia suiza. Desde festivales de cosecha en otoño hasta tours guiados por sus huertos de hierbas medicinales en verano, cada estación o, mejor dicho, cada semana trae consigo una razón distinta para visitar el Museo Ballenberg.

Además, los talleres interactivos permiten a los visitantes probar fortuna en diversas formas de artesanía y aprendiendo habilidades nuevas. En mi caso, re-aprendí a hacer mantequilla, lavar a mano y descubrí cómo colocar de manera correcta y eficiente las tejas de una casa además de otras pericias. Nunca se sabe cuándo vas a necesitar estas habilidades.

Aparte de las demostraciones de artesanía y oficios, en Ballenberg hay una gran variedad de animales de granja, incluyendo vacas, caballos, cerdos, ovejas y cabras.

Estos animales no solo añaden autenticidad al ambiente rural y sirven como actores secundarios que completan la experiencia, sino que también ofrecen a los visitantes la oportunidad de interactuar con ellos en primera persona y, después, mediante los alimentos que se obtienen con ellos.

No puedes irte de Ballenberg sin haber probado algunas de las delicias culinarias que se ofrecen en sus restaurantes o tiendas. Una variedad de platos tradicionales suizos, preparados con ingredientes frescos y locales (se nutren directamente de sus huertas y animales) como una fondue caliente y cremosa hasta sabrosos embutidos y quesos, son la mejor fuente para obtener energía y continuar la visita, donde los senderos y diferentes zonas temáticas están debidamente señalizados para que nadie se pierda en un museo que es en realidad una población en medio de la montaña.

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