Huerta Carabaña, la historia de la huerta que da de comer al Vaticano y la Zarzuela
Huerta Carabaña destaca como un modelo de sostenibilidad y biodiversidad agrícola. Desde sus inicios hace más de un siglo, su equipo ha transformado el cultivo en arte, conservando variedades únicas y liderando iniciativas de educación ambiental y agricultura responsable. Además, su historia podría recordar a una película hollywoodiense, en la que el protagonista consigue cumplir su sueño, además de por su trabajo y empeño, por una gran casualidad del destino.
Un proyecto que nació del amor por los sabores auténticos del tomate ha alcanzado a clientes que incluyen a los más selectos comensales de la capital española. La historia de Huerta Carabaña es un viaje de dos años de pruebas y una selección de 300 variedades de tomates, de las cuales solo 22 fueron elegidas.
José Cabrera Orellana, fundador y apasionado agricultor, comenzó llevando estas preciadas selecciones a los restaurantes más distinguidos de Madrid hasta que un día la historia daría un giro inesperado. «Tuve la suerte de que, en el Ritz, donde llevé una selección de mis tomates para que los probaran, la dirección de El Corte Inglés se encontraba allí y tuvieron la oportunidad de probar un plato de Zarzuela con 12 variedades de tomates de nuestra huerta. Fue un éxito», recuerda Cabrera.
A partir de ese momento, Huerta Carabaña no solo comenzó a vender 20 tipos de hortalizas en exclusiva para los centros de El Corte Inglés de Goya y Castellana, sino que pasó a abastecer a clientes VIP, como la Casa Real, la Moncloa y la presidenta del Banco Santander.
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Este éxito inicial fue solo el inicio de una trayectoria que sigue cosechando reconocimientos. Hoy en día, los tomates de Huerta Carabaña también están presentes en los menús de prestigiosos restaurantes como Saddle, Lhardy, el Hotel Villamagna y Casa Agustín en El Boalo, además de estar disponibles para particulares en su tienda online y en fruterías seleccionadas de El Corte Inglés.

Un legado de tradición y visión hacia el futuro
La historia de Huerta Carabaña está marcada por el esfuerzo y dedicación de José Cabrera y su esposa Amparo Fernández, quienes hace más de 15 años decidieron “recuperar el sabor perdido del tomate” para conseguir «un tomate que sabe a tomate» en los suelos de Carabaña. Este proyecto, nacido como un sueño por preservar los sabores de antaño, ha evolucionado hasta convertirse en un referente de sostenibilidad e innovación en la agricultura en Madrid.
Con una huerta experimental que alberga 40,000 variedades de plantas, Huerta Carabaña continúa explorando nuevas formas de mejorar sus cultivos y reducir el impacto ambiental. Su equipo de expertos en agricultura trabaja constantemente en el desarrollo de nuevas técnicas de cultivo que garanticen la sostenibilidad a largo plazo y sigan ofreciendo al público productos que son fieles a su filosofía de respeto al medioambiente.

Uno de los mayores logros de Huerta Carabaña es la recuperación y cultivo de más de 210 variedades de tomates, una colección única en España. Esta ambiciosa iniciativa, dirigida por José Cabrera Orellana, no solo preserva la biodiversidad del tomate, sino que rescata sabores tradicionales de Europa, América y Asia que hoy en día son difíciles de encontrar.
Desde los suelos fértiles junto al río Tajuña, las variedades de tomate crecen y son seleccionadas cuidadosamente para garantizar sabores y texturas que cautivan a los mejores chefs y a consumidores exigentes. Para Cabrera, este esfuerzo va más allá del negocio; representa un homenaje a la historia agrícola y una forma de asegurar la sostenibilidad en la alimentación del futuro.
Un modelo de agricultura sostenible y responsable
En Huerta Carabaña, la sostenibilidad es uno de los pilares centrales que orienta toda la actividad agrícola. El compromiso con el entorno se ve reflejado en el uso de energía 100% renovable, la implementación de riego por goteo optimizado y la recolección de agua de lluvia.
La huerta ha desarrollado un sistema de control biológico de plagas y emplea prácticas de rotación de cultivos, lo cual fomenta un ecosistema saludable y reduce la necesidad de maquinaria pesada y productos químicos. Gracias a estos métodos, han logrado minimizar la huella de carbono y reducir las emisiones de CO2, todo mientras producen alimentos frescos y saludables de forma local.
Otro de los grandes orgullos de esta huerta es su dedicación a la educación ambiental. Durante todo el año, Huerta Carabaña organiza visitas guiadas y talleres dirigidos tanto a niños como a adultos (Carretera De Perales-Albares Camino Urb, Santa Lucía, Carabaña, Madrid, Tel. 91 055 38 41), enseñando sobre la importancia de la biodiversidad, el valor de los cultivos sostenibles y los avances tecnológicos en la agricultura. Estas iniciativas educativas permiten a los visitantes comprender el impacto de sus decisiones de consumo y cómo contribuir a un planeta más sano.

En Huerta Carabaña también hay cabida para frutas, aceite y vino
El compromiso con la biodiversidad de Huerta Carabaña es notable. La colección de 210 variedades de tomates es solo el principio; en la huerta también se cultivan fresas, melocotones, calabazas, pimientos, berenjenas y más, siempre con el mismo esmero y cuidado.
Cada planta, seleccionada por sus características organolépticas y su resistencia natural, forma parte de un ecosistema saludable que permite a la finca reducir al mínimo la intervención de maquinaria pesada, abonos no orgánicos y plaguicidas químicos.
Además, entre los productos de Huerta Carabaña también destaca su aceite de oliva de la variedad Changlot Real, elaborado en la almazara de la finca. Este preciado «oro líquido» es un auténtico tesoro en la alta gastronomía y se envía mensualmente al Vaticano en un estuche personalizado, una colaboración única bajo el patrocinio del Banco Santander.
Por otro lado, la finca también produce vino, Valdepotros, elaborado a partir de uvas Tempranillo, Syrah, Merlot y Cabernet Sauvignon en su propia bodega, ubicada en el sótano de la casona de Huerta Carabaña. Las 20.000 botellas anuales de Valdepotros reflejan el trabajo artesanal y la excelencia de un producto local, cuyo sabor es fiel a la tierra de Carabaña y su historia.
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